sábado, 6 de noviembre de 2010

Castejón de Henares en 1981

“Enredando” por Internet he encontrado un reportaje que hizo sobre Castejón de Henares, en el año 1981, D. José Serrano Belinchón y que publicó en el periódico Nueva Alcarria, con el título general de Plaza Mayor. Título con el que publicó 431 reportajes de los pueblos de la provincia de Guadalajara.
Me llama mucho la atención dos cosas:
Primera.- Su fotografía corresponde al mismo plano del pueblo que la que yo tengo como
cabecera de este blog.
Segunda.- A ambas fotos las separan, probablemente, unos 25 años, sino más y en la
foto del reportaje se da el contraste de que, por un lado, aparecen dos mulas bebiendo agua
en el pilón de la fuente del rollo (enfrente aún está la vieja fragua) y por otro lado
aparecen tres coches aparcados.

Este es el enlace del reportaje.

sábado, 2 de octubre de 2010

A correr

 ¡Vaya susto!


Era una tarde de sábado del mes de Septiembre, cuando aún estaba abierta la media veda, y de esto hará unos 45 años. Aún no tenía yo licencia de caza, pero cogí la escopeta de mi padre, de un solo caño y, junto con Manolo, nos subimos al pico de la Cabeza a buscar codornices. Sin perro y sin experiencia: pues a pasar la tarde. Ni una. Pero era un buen sitio si había que camuflarse para esquivar algún “peligro”. Al llegar al borde de la cuesta de la Matilla, nos dimos cuenta de que había un grupo cazando conejos por el cerrillo Molar. Por la voz conocimos alguno de ellos. Nosotros seguimos buscando codornices y, a última hora de la tarde, nos encontramos con nuestro tío Aquilino que se había hecho una espera. Ya se había puesto el sol y caminábamos hacia el pico de la Cabeza, para bajar por la senda de la cueva del cabrero, tratando de evitar cualquier “peligro” (el mismo peligro de antes). Cuando íbamos andando por el camino escuchamos que delante de nosotros y muy cerca, estaban hablando los que antes habíamos visto cazando conejos, que también trataban de evitar los mismos peligros que nosotros.
Urdimos un plan consistente en que cuando asomáramos de una curva que hacía el camino, solo se vieran dos siluetas, por lo que uno de los tres nos pusimos detrás de otro. Caminábamos en dirección al pico de la Cabeza, por lo que nosotros, con respecto al grupo, que estaban sentados en la orilla del camino, aparecíamos hacia el Noroeste y en el ocaso del día aún se veían perfectamente las siluetas, que pretendíamos interpretaran que era la pareja de la Guardia Civil.
Estaban hablando, en cierta medida, despreocupadamente, hasta que aparecieron las dos siluetas, momento en el que, como si alguien los hubiera empujado con un resorte, pero todos a la vez y sin que nadie diera la voz de alarma, echaron a correr la cuesta abajo, sin llamarse entre ellos, no decían nada, supongo que para que la “Guardia Civil” no los pudiera identificar. Nosotros, mientras conteníamos la risa como podíamos, solo oíamos piedras rodando, el roce en las matas que hacían un ruido espantoso, aquello parecía una estampida de búfalos, uno o dos perros que, también asustados, nos ladraban y cómo alguno de ellos silbaba a los perros, llamándolos, tampoco me cabe la menor duda que, para que no se acercan a la “Guardia Civil” y los pudieran identificar y con ellos a sus amos.
Había algún peligro para su integridad física, por que en el punto en que echaron a correr, en vertical, se podían encontrar con algún risco que podía provocar que alguno cayera al vacío. Suponíamos que, por ser del pueblo, conocían bien el terreno, pero es que después supimos que en la cuadrilla había algún forastero y todavía no me explico como no hubo alguna desgracia.
Cuando un rato después fuimos al bar, donde se suponía que los íbamos a encontrar, allí estaban algunos, pero nadie mencionaba el suceso. Llegaban uno a uno o en pareja, pero ni entre ellos se hablaba del caso. Recuerdo que cuando llegó Ángel, le preguntamos de donde venía y nos dijo que había estado toda la tarde en Jadraque. Luego supimos que había atravesado toda la vega para subir por el Casquerillo y dejar la escopeta en su cocedero, antes de entrar al pueblo por el camino de las Cabezuelas. Ángel, con lo “ligero” que era, me lo imagino bajando por la cuesta, tocando el suelo siquiera con la punta de los pies y estoy seguro que sería el primero en llegar abajo. Algún otro supongo que bajaría mitad corriendo, mitad apoyado en su trasero para evitar caerse y pensando, si es que le daba tiempo a pensar algo, que mucho tenía que correr el guardia y muy hábil tenía que ser, para que le pudiera echar mano.
En fin, “Ofito” ya no está entre nosotros; pero Enrique, Ángel y Emilio (había más pero ahora no los recuerdo), pueden dar testimonio de ello, más que nada, para que no se diga que los cazadores mentimos.



lunes, 20 de septiembre de 2010

La perdiz

perdiz con perdigones
Perdiz con perdigones
Flikr (pichihuelva)
¡Vaya, vaya!. La perdiz "rojilla".

¡Vaya cabreo que llevaba mi hermano!.
Habíamos estado cazando por el monte, cada uno con nuestra herramienta. El con su repetidora, que era la causa de su cabreo. Según él, y parece que según todos, esa escopeta no es muy práctica para la caza en espacios muy cerrados de maleza, donde los disparos, necesariamente, los tienes que hacer a distancias muy cortas, a tenazón. Son escopetas muy buenas para la caza en espacios abiertos, puesto que alcanzan mayor distancia que otras de su calibre; pero en los disparos muy cortos, el tiro abre poco y se da una de estas dos circunstancias: o no le das a la pieza, que es lo más probable, o si le das, normalmente la destrozas. Cualquiera de los dos resultados son cabreantes. De ahí la situación anímica de Manolo. En pocas palabras: no había tenido buen día.
Nos íbamos para casa, ya era última hora de la tarde, cuando al tomar la curva del cruce de la carretera con el camino de la “Mangá”, a muy poca distancia, había dos perdices en el centro de la carretera y, al aproximarse el coche, levantaron el vuelo y nos pareció que se paraban nada más alcanzar el llano en los barbechos del pico del  Chaparro. Le dije a Manolo que metiera dos cartuchos en su escopeta y subiera con cuidado que, seguro, les podría tirar con cierta comodidad. Manolo se negó (reflejo de su cabreo) y me dijo que subiera yo si quería; pero yo tenía la escopeta en el maletero y metida en la funda y había que evitar ruidos que las pudieran ahuyentar. Entonces me dejó su escopeta y cogí dos cartuchos. Para qué más, si había dos perdices; un disparo para cada una y las dos al morral y para casa, así de fácil. Subí el tramo de aliagas, entre la carretera y el borde y al llegar arriba me agaché para que no me descubrieran las rojillas, me encaré la escopeta según me iba levantando con la vista puesta en los barbechos que tenía de frente. ¡Qué raro se me hacía aquello!. Para nada estaba acostumbrado a una repetidora. Yo siempre había cazado con la paralela; pero ya puestos, había que afrontar aquella situación y que “sea lo que Dios quiera”.
Me iba levantando muy poco a poco, sin quitar la vista de los barbechos y sin parpadear. Yo no veía nada que se moviera para soltar el primer disparo. Seguía levantándome, ya casi estaba erguido y pensando que habríamos apreciado mal la distancia y que, quizás, las perdices habían volado más de lo que a nosotros nos había parecido, cuando, a mi izquierda, oí que levantaban el vuelo. Me habían sorprendido ellas a mí, no yo a ellas. En un instante la sangre se me puso a hervir. Se había ido al garete lo del primer disparo antes de que levantaran el vuelo, que eran mis planes y giré la escopeta hacia ese lado, tirando con la mano izquierda, desacompasada, sin duda, de la mano derecha y en el recorrido hacia el blanco, presionaría el gatillo y se me escapó el primer disparo. ¡Me cago en todo lo que se menea!.
 Huy, ¿pero qué ha pasado aquí?. Sorpresa. Las perdices estaban a una altura de unos 10 metros del suelo y una cae muerta, la que volaba delante y la otra, sin perder la compostura, giró 180º y se posó en el lomo de un surco y se quedó parada, pina y con la cabeza levantada, en posición que a mí me hizo pensar que una vez que se le pasara el aturdimiento del disparo, levantaría el vuelo. Por lo tanto había que dispararle el segundo y último tiro. Mientras me acercaba y sin quitar el punto de mira de la perdiz, dispuesto a disparar en cuanto que se moviera, pensé que alguien, escondido en algún sitio, habría disparado al mismo tiempo que a mi se me escapaba el tiro.
 Me acerqué a la perdiz, que seguía de pie con mucha gallardía, ¡mira que es bonita la perdiz roja!, y valiente, y veloz, y lista, y…, no creía yo que aquello iba a terminar así. Le puse el extremo de los caños de la escopeta sobre el lomo, la presioné ligeramente, hasta dar con la pechuga en el suelo y la cogí. Cobré la otra y para el coche.
Cuando llegué al coche, mi hermano me interrogó que ¿cómo había disparado solo un tiro? y al intentar contárselo me dio un ataque de risa. Después me fue muy fácil hacérselo creer. Lógicamente, me había ido con dos cartuchos y volvía con uno, solo había disparado un tiro y había cazado dos perdices.
No me fue tan fácil hacérselo creer a otros que, estoy seguro, aún hoy lo ponen en duda. Alguien, pariente muy allegado a mi, un tiempo después, me dijo que lo había contado en un bar y que, hombre, uno le había dicho que parecía un tanto rocambolesco. Quedó claro que él tampoco se lo creyó. Esta es la fama que tenemos los cazadores.
Manolo se llevó la perdiz que había caído muerta en el disparo y yo me llevé la otra, la de la historia y al desplumarla, efectivamente, solo tenía un perdigón en la cabeza.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Recetas de cocina

Paella
Paella comunitaria.
Agosto 2010
Olombrada (Segovia)
¡Buen gusto!



Ha llegado a mis oídos que alguien tiene ganas de impresionarnos con alguna receta de cocina (para más señas, algún postre), pero que como “no hay ninguna entrada haber como hago ningún comentario”. Bueno, pues ya la tenéis. En comentarios a esta entrada podéis aportar recetas de cocina.

Yo, de momento, no hago ninguna aportación, pues a lo más que podía llegar es a decir cómo se hace un bocadillo de anchoas o una ensalada de lechuga.

Ánimo. Estamos esperando.

viernes, 3 de septiembre de 2010

El jabalí

jabato
Fotografía de mi producción
Rayón o Jabato
Fotografiado en EL PARDO
(Madrid)
Un lance de caza. El jabalí.

Creo que era por el mes de Octubre, seguramente uno de los primeros domingos de la temporada. Un día despejado y algo caluroso para la época del año.
Ojeamos en el monte de Almadrones. Los ojeadores entraron desde la nava de los Caballeros, en dirección Oeste, hacia el camino Almadrones y las escopetas nos habíamos colocado en perpendicular a la linde de los dos términos, frente al Cerro Tejedal y teníamos por delante una zona de jaras y robles que, por lo menos donde yo estaba, permitía ver a mucha distancia.
La mañana estaba soleada y el viento “picaba” del Este, por lo que a muy poco tiempo de que los ojeadores iniciaran el vocerío ya se empezaron a oír los ladridos de un perro, que por ser de mis primos, yo conocí enseguida. Era un pastor alemán bastante acostumbrado a la lucha con el jabalí.
Yo era la primera escopeta por la izquierda y estaba colocado muy cerca de la linde de los dos términos. Transcurridos los primeros instantes y puesto que persistían los ladridos siempre en línea perpendicular a mí, entendí que podía tener suerte. Efectivamente, poco después pude ver el cochino, saltando por las jaras y esquivando algún matorral de roble, seguido por el perro, en lo que parecía haber un acuerdo. Ni el jabalí corría demasiado, ni el perro acortaba la distancia entre ambos; diríamos que los dos se conformaban con aquella situación.
Puesto que la visibilidad me lo permitía y el jabalí corría, más o menos, en línea recta a donde yo estaba cubierto con una mata de mediana altura, me recreaba apuntándole, mientras se me hacía la boca agua. Cuando lo tenía a una distancia de unos treinta metros, el bicho giró ligeramente hacia su izquierda, dejándome al descubierto su ijar derecho. Digamos que “se me puso a huevo”. Aún le seguí durante unos instantes con el punto de mira puesto en la parte que su pata delantera derecha dejaba al descubierto en sus largos saltos. Como es lógico suponer yo me había preparado “a conciencia”: bala en el cañón derecho y cartucho, con perdigón de quinta, en el izquierdo. ¡Qué momento!. Estaba a punto de matar mi primer jabalí y aquello no lo podía compartir con nadie. Yo solo. Ni el jabalí, ni el perro podían “imaginar” lo que estaba a punto de suceder. Antes, solamente se había matado un jabalí en Castejón, cuyo honor correspondía a Ángel Adán.
Bueno, llegó el momento de la verdad; faltaba muy poco para que el bicho se cubriera con el matorral y desapareciera de mi vista. Pero no. En uno de los saltos del jabalí y con todo medido al milímetro; nada había quedado al azahar, por algo llevaba “tropecientos” minutos apuntando, un ligero tirón del gatillo y el monte, ¡todo el monte!, se llenó, hasta las entrañas, del zumbido del disparo. El monte se llenó del zumbido del disparo, pero el jabalí siguió corriendo como si aquello no fuera con él. ¡Me cago en su padre!. Ni un extraño en su carrera. Si, un extraño si. Al disparo, el bicho aumentó la velocidad de su carrera. Estaba claro que no le había “tocado”. Lo busqué por detrás de las primeras matas y le disparé el segundo tiro, sin apuntar, pero seguro de que lo alcanzaría, ¡su … madre!, ¿pues no me había dejado en cuadro?. Pero, ¿cómo había que apuntar para matar un jabalí?. Me preguntaba ¿qué es lo que no he hecho bien?. Las ideas se me agolpaban en la mente hecha un revoltijo. No era capaz de explicarme que es lo que había pasado. Juraba en “arameo”. Me resistía a admitir lo evidente. Seguramente, aunque a mí no me había parecido que le diera, el bicho caería muerto poco más adelante.
Estaba en estas disquisiciones cuando corrió una ligerísima brisa y un roble, de tronco con un grosor aproximado al de mi muñeca, se inclinó, cual genuflexión de respeto o agradecimiento al ligero viento y cayó al suelo, dejando al descubierto un trozo de su tronco de unos cincuenta centímetro.
Si le apunto al tronco del roble no le había dado, pero le disparé al jabalí cuando el roble se interpuso en la trayectoria de la bala.¡Qué buena sintonía entre las distintas especies de flora y fauna!. Un roble había dado su vida por salvar la de un jabalí, dejándome a mi cara de …
Aún quedaba lo peor. Soportar a toda la cuadrilla cuando se terminara el ojeo. Una bronca de cada uno, según iban llegando dispuestos a ayudar para cargar con el bicho, y otra colectiva. Creo que hasta mi padre me riñó. Cuando les mostré el roble caído en el suelo y el tronco, sin una mínima astilla, alguno llegó a comprenderlo, pero para otros no era justificación suficiente.

sábado, 28 de agosto de 2010

La rubia: esa perra de caza

El de la foto es PIPO (con permiso
 de mi amiga Anuska)
La Rubia era del mismo color
pero tenía el pelo más corto
¡Qué faena!. La Rubia

La Rubia era una perra de la raza “sin”. Esto es: no pertenecía a ningún prototipo de raza: ni de caza, ni de no caza; que eran las dos razas que yo conocía. Pero es que, además, no tenía raza. ¿Cómo explicarlo?. Bueno, en dos palabras, no tenía. Si, era una perra que comía, bebía; por tanto cagaba y meaba, pero ahí se acababan sus necesidades. Yo creo que no ladró en su vida. Era hija de la Furia, que ésta si, esta era pointer irlandés, pero solo tenía eso.
La Rubia murió de vieja, o casi de vieja; porque quiero recordar que murió un poco antes. Esta perra hizo dos cosas importantes en su vida. Una, la segunda, cuando ya era casi vieja, fue morderme a mí, a su amo, que era quién le daba de comer y de beber. Ya estaba bastante “chocha” y al abrir la puerta de donde ella estaba dormida, creo que se asustó al abrir de improviso y “pensó”: vienen a por mí y no lo "pensó" y me mordió en una pierna. El animal se arrepintió casi antes de darme el mordisco y, como se temió lo peor, salió corriendo a refugiarse. El refugio no le libró de un par de puntapiés. Pero esto no lo digáis porque me pueden buscar las cosquillas.
La otra cosa que hizo, la primera, fue un día que estábamos cazando por “los quemados”. Se ojeaba sobre la linde de Mirabueno y a mí, alguien que entendía de esto, léase mi hermano Gerardo, me ordenó que me quedara cerca de la pista por si, al inicio del ojeo, algún conejo se arrancaba hacia atrás, buscando los vivares.
Cuando los ojeadores ya habían avanzado un buen tramo, por cierto sin que ningún conejo se volviera hacia los vivares; mejor dicho: sin que ningún conejo se arrancara; seguro que por que no los había, yo inicié la marcha por la orilla del monte, sobre Navalengua. Me acompañaba la Rubia y el Branko (el nombre se lo pusieron mis hijos y parece que correspondía a un jugador de fútbol de la Real Sociedad de San Sebastián). Éste era un cachorro de unos tres o cuatro meses y éste si que tenía raza: Braco Alemán.
En un esquinazo de monte se arrancó una liebre y, sin duda porque había oído las voces de los ojeadores por el interior del monte, se arrancó saliendo a los barbechos de la nava. El primer disparo me falló. Hice un segundo intento con el mismo gatillo y volvió a fallar, lo que hizo que me pusiera muy nervioso por que la liebre, cuando le disparé el “caño” izquierdo, ya estaba a una considerable distancia. La seguían los dos perros. El Branko se dio cuenta enseguida de que aquello no iba con él; pero la Rubia, ¡ay la Rubia!, erre que erre. La liebre atravesó toda la nava seguida por la Rubia. La liebre llegó al monte de “la señorita” y se metió en el espesar. La Rubia también llegó al monte y también se metió siguiendo a la liebre. Adiós liebre, adiós. Pensé que después ojearíamos ese monte hacia la “Cruz del Mortero” y seguro que allí le daríamos “pal” pelo.
Cuando abrí la escopeta resultó que el cañón derecho lo tenía con el cartucho vacío. Justamente, al terminar el ojeo anterior, yo había matado una liebre cuando la perseguían todos los perros y me apresuré a quitársela de la boca rápidamente para que no la destrozaran, ya que se peleaban por ella. Entre contar, por unos, de donde había salido y yo cómo la había matado (todo esto es imprescindible después de una faena así, tanto si cazas la pieza como si ésta se escapa), y entre unas cosas y otras, se me olvidó lo fundamental: cargar la escopeta de inmediato por lo que pueda pasar. Por que “donde menos te lo esperas salta la liebre”.
Bueno, solo faltaba esperar a que la Rubia se diera cuenta de que pretendía algo imposible y se volviera a buscar a su amo, que era lo suyo. Efectivamente, unos minutos más tarde la vi salir del monte, corriendo al trote y dirigiéndose hacia donde yo estaba esperando.
En la distancia observé que el pelo del pecho de la perra era muy blanco y me extrañó que no hubiera reparado nunca en este detalle. Cuando la perra se fue acercando un poco más me di cuenta de que lo que blanqueaba era la panza de la liebre que la perra traía en la boca, cogida por el lomo. ¡Qué faena la de la Rubia!. Vamos, ni Curro Romero en sus mejores tardes. ¡Qué le diría al animal que la liebre iba “tocada”!. Con la cabeza levantada, para que la liebre no le molestara demasiado en sus patas delanteras, muy orgullosa ella, llegó hasta donde yo estaba y me la dio. Creo recordar que le di un beso en los morros.

domingo, 18 de julio de 2010

¡Qué contradicción!

Es verdad. Leo en opinionytoros.com un artículo que escribe María del Toral (Ecuador) y, ¡qué contradicción!, me recuerda que hay una mujer, Sakineh Mohamamadi Ashtiani, en Irán, que está condenada a morir lapidada por haber cometido “el delito” de ser violada por el hombre que asesinó a su marido. “Relación ilícita mientras estaba casada”
Claro, ojalá hubiera podido darle un puntapié, con zapato con buena punta, en los co… y lo hubiera “inutilizado” para el resto de sus días.
Bueno, pues esta noticia, que se ha conocido hace unos días, tampoco ha merecido mucha difusión en esta nuestra Sociedad Occidental.
A mi me hubiera gustado ver como esos defensores de los derechos humanos, en España tenemos algunos muy defensores de los derechos de algunos humanos, se ponían al frente de una manifestación en defensa de de esta causa. Por lo menos dando un toque de atención a los responsables de tal barbarie. Por otro lado, tampoco creo que se vayan a inmutar.
También me hubiera gustado ver alguna manifestación, a favor de esta desgraciada mujer y aquí está la contradicción, de tanto defensor de los derechos de los animales en general y de los toros de lidia en particular, que es por lo que escribe María del Toral.
También meto en el “ajo” a los medios de comunicación que, si bien es verdad que yo he conocido la noticia por estos medios, está claro que no “vende” como una manifestación en Cataluña contra la lidia del toro bravo, o una manifestación, en cualquier sitio, en defensa del lobo, o el lince ibérico o, vete tu a saber si en defensa de las chicharras del pinar de La Granja de San Ildefonso.
Aún hay, por lo menos, media docena de países, con esta horrenda práctica de lapidar a mujeres por “infieles” y, ojo, porque parece que le han concedido la “gracia” de enterrarla hasta los hombros y lapidar solo la cabeza.
Si esto no fuera tan dramático, parecería un chiste de nuestro recordado GILA. Se diría que la matan, pero solo un poco.
Si hay alguien tentado de decir que también aquí, “nuestra Santa Inquisición” las echaba a la hoguera por infieles, pues eso, la diferencia son 600 años, que digo yo que algo se ha podido aprender, aunque no sea mucho.

viernes, 11 de junio de 2010

Castejón de Henares en el Camino del Cid

El pasado 31 de Mayo de 2010 se señaló Castejón de Henares como punto de sellado del salvoconducto del Camino del Cid.

Tienen sello para este fin el Ayuntamiento y la Casa Rural Los Chorrones, donde aparece el característico distintivo que lo acredita: el relieve, en blanco, de una corneja, sobre un fondo rojo y encuadrada en un azulejo de 15 cm. de lado, en cuyo perímetro se lee:

PUNTO DE SELLADO. CAMINO DEL CID. SALVOCONDUCTO.

Castejón de Henares aparece también, en la web del Consorcio Camino del Cid, como cabecera del ramal de la ALGARADA de Álvar Fáñez Minaya, cuyo final es GUADALAJARA. Son aproximadamente 70 kms. y creo que fue la última marcación para que quedara completa la configuración del Camino del Cid.

Este ramal, partiendo de Castejón de Henares, se dirige hacia Almadrones para desde allí seguir por el valle del río Badiel, recorriendo los pueblos de Argecilla, Ledanca, Utande, Muduex, Valdearenas, Hita, Torre del Burgo, Ciruelas, Tórtola de Henares, Taracena y Guadalajara.

Creo que hay algunos errores en la marca de las distancias entre pueblos del recorrido. En la publicación del Consorcio Camino del Cid aparecen las distancias, en kilómetros, que se indican en la columna de la izquierda. Creo que las distancias correctas son las de la columna entre paréntesis, en el bien entendido que son distancia por carretera.
La distancia desde Castejón de Henares a Almadrones, como es por sendero, no la puedo precisar (he hecho la medición con el cuentakilómetros del coche); igual que la distancia desde Almadrones a Argecilla. La de Castejón a Argecilla, por carretera, es de 9,7 kms.

Villaseca de Henares

2,6 a Castejón de Henares

7,6 a Almadrones                       

4,9 a Argecilla

10,9 (3,1) a Ledanca                                

1,2 (7,7) a Utande                               

3,4 (4,7) a Muduex                                 

4,3 (3,3) a Valdearenas                           

6,3 (9,6) a Hita                                       

6,0 (4,4) a Torre del Burgo                     

5,1 (7,2) a Ciruelas                                 

7,0 (6,6) a Tórtola de Henares            

6,6 (7,1) a Taracena                               

5,9 (5,0) a Guadalajara                           

Los 9,6 kms. de Valdearenas a Hita, quede claro que es la distancia por carretera. Es decir, se hace un ángulo de 90º entre las carreteras GU-107 y la CM-1003.
Igual para la distancia de Torre del Burgo a Ciruelas y de aquí a Tórtola de Henares que se hace  por la CM-1003 y la GU-191.

martes, 1 de junio de 2010

SADAE: Síndrome de Atención Deficiente Activado por la Edad para personas mayores

El hijo de mi amigo "Toñín", Nacho Palacios, me envía esta "Cosita", que me hace maldita gracia

Me han diagnosticado que padezco SADAE: Síndrome de Atención Deficiente Activado por la Edad.
Se manifiesta así:

Decido lavar el coche. Al ir hacia el garaje, veo que hay correo en la mesita de la entrada.
Decido echar un vistazo a las cartas antes de lavar el coche.
Dejo las llaves del coche en la mesita, voy a tirar los sobres vacíos y los anuncios en el cubo de la basura y me doy cuenta de que está lleno.
Decido dejar las cartas, entre las que hay una factura, en la mesita, y llevar el cubo a vaciar en el contenedor.
Entonces pienso que, ya que voy al contenedor, puedo pagar la factura con un cheque y echarlo en el buzón que está al lado del contenedor.
Saco del bolsillo el talonario de cheques y veo que sólo queda uno.
Voy al despacho a buscar otro talonario y encuentro sobre la mesa la Coca Cola que me estaba bebiendo y se me había quedado olvidada.
Retiro la lata para que no se vierta sobre los papeles y noto que se está calentando, por lo que decido llevarla a la nevera.
Al ir hacia la cocina me fijo en que el jarrón de flores de la cómoda de la entrada está sin agua.
Dejo la Coca Cola sobre la cómoda y descubro las gafas de cerca que he estado buscando toda la mañana.
Decido llevarlas a mi escritorio en el despacho y después, poner agua a las flores.
Llevo las gafas al despacho, lleno una jarra de agua en la cocina y de repente, veo el mando del televisor. Alguien se lo ha dejado en la mesa de la cocina.
Me acuerdo que anoche lo estuvimos buscando como locos.
Decido llevarlo al salón, donde debe estar, en cuanto ponga el agua a las flores.
Echo un poquito de agua a las flores y la mayor parte se derrama por el suelo. Por lo tanto vuelvo a la cocina, dejo el mando sobre la mesa y cojo unos trapos para secar el agua.
Voy hacia el hall tratando de recordar qué es lo que quería hacer con estos trapos.
Al final de la tarde el coche sigue sin lavar, no he pagado la factura, el cubo de la basura está lleno, hay una lata de Coca Cola caliente en la cómoda, las flores siguen sin agua, sigue habiendo un solo cheque en mi talonario, no consigo encontrar el mando de la tele ni mis gafas de cerca, hay una fea mancha en el parquet de la entrada y no tengo ni idea de dónde están las llaves del coche.
Me quedo pensando cómo puede ser que sin haber hecho nada en toda la tarde haya estado todo el rato danzando y me encuentre tan cansad@.
Ahora que lo pienso,no recuerdo porque escribí esto en esta pagina … y no te rías, porque si aún no te ha llegado, tu tambien caerás.

jueves, 6 de mayo de 2010

El Cid Campeador en Castejón de Henares

El título no es una casualidad, pues se pretende separar nítidamente los tres asuntos del mismo, interesando, sobre todo, el Cantar de Mío Cid y no en su aspecto literario, sino geográfíco y éste, limitado únicamente a Castejón y Jadraque.

Historia de Rodrigo Díaz de Vivar 
El Cid Campeador, personaje histórico indiscutible (Vivar 1049-Valencia 1099), cuyas andanzas por el noreste de la provincia de Guadalajara, que es lo que ahora interesa, se circunscriben al principio de la década de los 80 del siglo XI. Su primer destierro año 1081.

El Cantar del Mío Cid
De siempre han sido conocidas las dos posturas antagónicas en las que unos defienden que El Cantar de Mío Cid se refiere al actual Castejón de Henares y otros argumentan que es el actual Jadraque. Unos y otros defienden sus postulados con argumentos que se pretende sean sólidos, cuando no hay una base sólida donde se sostengan, ni unos ni otros; si hay una lógica.
El Cantar de Mío Cid es una creación literaria que narra unos acontecimientos que habían ocurrido algo menos de 200? años antes de que el más importante poema épico de la literatura española viera su luz. Se data el manuscrito, que es copia de otro nunca encontrado, en Mayo del 1207, ¿o es 1307?, escrito por Per Abbat (como si sólo hubiera habido un Adad que se llamara Pedro) y una copia, custodiada en la Biblioteca Nacional, es del siglo XIV.
Durante esos, como mínimo 150 años, el Cantar se transmitió verbalmente por las plazas de los pueblos, cantado por los juglares a cambio de unas pocas monedas o un mendrugo de pan. Si además de pan había vino, seguro que la versión era distinta y, probablemente, más larga. Digamos más del gusto del consumidor. Quiere esto decir que, en esos casi doscientos años, pudo cambiar tanto que lo ocurrido se parezca a lo narrado como un huevo a una castaña.
Alguno, defensor de que es Jadraque, me dice que en esa época había dos Castejón, el de suso (del latín sursum, “de arriba”), y el de yuso ( deursum, “de abajo”), y que el actual Castejón de Henares era Castejón de Suso y Jadraque era Castejón de Yuso y que el castillo al que se refiere El Cantar de Mío Cid es el de Castejón de Yuso.
Yo, en algún sitio que ahora no recuerdo, si que he leído de la existencia de dos Castejón, mejor dicho, dos barrios del mismo Castejón, uno al sur del castillo, lo que ahora es el pueblo de Castejón de Henares y otro situado al norte, que podría ser, aproximadamente, por el inicio de la Cantera.

"O dicen Castejón,
el que es sobre el Fenares,
Mío Cid se echó en celada
con aquellos que él trae".

  • O dicen Castejón.
       El Cantar de Mío Cid (que casualidad) dice Castejón, no dice Jadraque; si fuera Jadraque, El Cantar diría Jadraque. ¿Poque iba a decir Castejón?.

  • El que está sobre el Henares.
      Otro alegato. Dicen: Castejón no está sobre el Henares; el que está sobre el Henares es Jadraque. Bueno. Si tenemos en cuenta que lo que ahora es el Río Dulce, muy probablemente, hasta hace menos de 200 años, era el Río Henares, entonces si que Castejón está sobre el Henares. Por algo es Castejón de Henares.

  • Mío Cid se echó en celada.
          ¿Donde se podría esconder en Jadraque?. ¿A la vista de todo el que pasara por el valle?. No. ¿No es mejor escondite Castejón?, Porque también hay que tener en cuenta que el Cid estaba en territorio enemigo. Guadalajara pertenecía a la taifa de Toledo, entonces bajo la protección de Alfonso VI y, además, muy cerca de la frontera del Reino de Castilla y El Campeador trataba de no tener que “lidiar” con su señor. Aún se podría redundar más sobre esto, si cuando Álvar Fáñez Minaya regresaba de su algarada que le había llevado “por Hita, Guadalajara y hasta Alcalá”, decidió hacer un rodeo para evitar la plaza fuerte de Jadraque.
           Ramón Menéndez Pidal, quizás el filólogo más importante que se dedicó al estudio de esta obra, en su Cantar de Mío Cid (Colección Austral), donde él es el autor del texto antiguo y la prosificación moderna es de Alfonso Reyes, en una nota al pie de página afirma: “hoy se llama Castejón de Henares”.
Según Wikipedia , en la entrada Castillo de Jadraque, dice “HISTORIA.
Aunque vulgarmente reciba el elocuente nombre de Castillo del Cid, dicho héroe castellano nunca estuvo ligado directamente a él. Su apelativo se debe a que en él vivió el primer Conde del Cid, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza”.
Efectivamente, Don Pedro González de Mendoza, obispo de Sigüenza y propietario del Castillo de Jadraque desde que en 1469 Don Alfonso Carrillo de Acuña se lo entregara, por cambio de pueblos y bienes, bautizó a su primogénito con el nombre de RODRIGO DÍAZ DE VIVAR y Mendoza, quizás para satisfacer las ganas locas que tenía de entroncarse con El Campeador. A su muerte, el castillo lo heredó Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza (Guadalajara hacia 1466-Valencia 23 de febrero de 1523) viviendo en él muy pocos años. Casó con Leonor de la Cerda (1492), hija del Duque de Medinaceli, siendo el I Conde del Cid y, también, I Marqués de Cenete (o Zenete).
Esto ocurría cuando hacía unos 400 años que El Cid estuviera por estas tierras alcarreñas.

Consorcio Camino del Cid
Esta organización, aún muy joven, me parece que está llevando a cabo una importantísima labor, promocionando  el turismo rural y cultural de interior por unas zonas económicamente muy deprimidas y con pocas posibilidades de promocionarse por sí solas.
Con el argumento del Camino del Cid, basado en las rutas que describe el Cantar, han configurado unos recorridos donde tratan de hermanar cualquier reminiscencia medieval con pueblos y ciudades de algún interés turístico en la actualidad, incluso añadiendo otros atractivos geográficos que, precisamente en la provincia de Guadalajara, son abundantes y, en general, muy poco conocidos. Tanto los pueblos y ciudades del medievo, como parajes naturales de incomparable atractivo turístico, hacen que el ocio y el interés cultural se mezclen para hacer del Camino del Cid la excusa perfecta para conocer el noroeste de la provincia de Guadalajara y comarcas de Teruel, como es el caso de El Maestrazgo.

lunes, 19 de abril de 2010

El blog de Castejón de Henares : Bienvenida

Hola:
      Efectivamente, bienvenidos a "El blog de Castejón de Henares". El único interés que me guía es el de crear un espacio de encuentro, donde poder participar todos los que quieran y tengan algo que decir sobre Castejón de Henares.
     Cualquier tema que os pueda interesar es válido para publicar. La única limitación será la ofensa a alguien o a algo. Podemos tratar asuntos como el aspecto físico del pueblo, hablar (escribir) sobre la agricultura, Camino del Cid, caza, fiestas, cocina, pasatiempos, etc.
       Espero que os guste, que resulte de vuestro interés y que aportéis vuestro granito de arena escribiendo comentarios.

Un placer.