martes, 15 de enero de 2013

El conejo Antolín : cuento para niños ... y niñas

Había una vez un conejo muy pequeño que se llamaba Antolín. Vivía con sus otros seis hermanos y con su madre, doña Coneja.

Había nacido en una casa de campo que su madre construyó, muy deprisa, cuando se dio cuenta que, en muy pocos días, iban a nacer sus hijos, los conejos. Como su madre no tenía dinero para comprar los materiales de construcción, pues hizo su casa escarbando un agujero en el suelo. También hizo la cama con pelo que ella misma se arrancaba de su cuerpo. Cuando nacieron los conejos, su madre los amamantó, después de haberlos lamido para secarlos y asearlos y cuando tuvieron el estómago lleno se quedaron dormidos.

Doña Coneja aprovechó para salir a comer, con el fin de producir más leche para sus hijos, sin olvidarse de tapar el agujero para que los depredadores no encontraran a los inofensivos conejos.

Así fueron pasando los días, comiendo y durmiendo. No tenían que preocuparse de otra cosa: ni tan siquiera del aseo y limpieza, cuyas labores las hacía doña Coneja.

Unos pocos días después de nacer, aproximadamente una semana, ya tenían sus ojos abiertos y se podían ver entre ellos y a su madre. Antes de cumplir un mes de vida ya salían al campo y comían hierba tierna, mientras su madre los vigilaba y los instruía en supervivencia, mostrándoles algunos peligros que les acechaba. Al ser tan pequeños resultaban un manjar muy apetecible para el zorro, el perro, el gato montés y otros depredadores como el águila.