sábado, 29 de octubre de 2011

¡A JUGAR!

Nueva entrada de Emilio que sí parece que se ha tomado en serio "el juego de palabras". No como otros.
El estudio que haces de esa palabra es (como se diría en "castejonés") co-jo-nu-do.


                                                          EL JUEGO DE LAS PALABRAS

   No parece que el juego “de palabras” propuesto por Paco haya despertado el interés o la curiosidad de la masa. A mí sin embargo me llama la atención y por eso voy a participar en él con esta pequeña aportación.

   Cuando yo era un crío y pasaba los veranos en Castejón, me llamaba la atención la forma peculiar de hablar de la gente del pueblo (hablaban el castejonés). Muchas de las palabras eran, por supuesto, referentes a las tareas del campo, a utensilios propios de las faenas que allí se hacían, a arreos de las caballerías, etc. Palabras que fui aprendiendo, como es lógico.

   Había, sin embargo una expresión que yo atribuía, sin lugar a dudas, al castejonés. Y así lo he seguido creyendo durante casi toda mi vida.
   La expresión en cuestión es “enantes”, equivalente a “antes”. Todo el mundo utilizaba allí el “enantes” cuando querían decir “antes”.
   Pero mira por donde, hace unos años hice un arreglo en la casa y uno de los trabajadores que vino, que era chileno, dijo al hablar, algo parecido a enantes y al preguntarle, me dijo que lo que había dicho era “denantes” y que estaba bien dicho porque venía del castellano antiguo y se lo había explicado un profesor en su país.
   ¡Anda! Y ahora resulta que no era un vocablo particular del castejonés, o sea, una desviación del castellano, sino al revés que venía del castellano antiguo y por lo tanto estaba bien, aunque mal pronunciada.
   Bueno, ahora que con internet se tiene fácil acceso a muchas cosas he podido ver que la expresión viene del latín (de in ante) y que todavía hoy se utiliza en algunos lugares de España y en varios países de Sudamérica, en las formas de: denantes, enantes y endenantes.
Lógicamente poco a poco va cayendo en desuso.
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   Y ahora una de las palabras que propone Paco (En castejonés se diría “el Paco”)

Támara.- Según recuerdo, así se llamaban las ramas de chaparra que se habían cortado y llevado a un lugar próximo a la casa para utilizarlas como leña para el fuego que se hacía en el suelo de las cocinas, justo debajo de la chimenea y que tenía varias funciones: una, la principal, era para hacer las comidas; otra era la de calentar cuando hacía frio y por último la de concentrar a su alrededor a la familia tal como hace la tele hoy día, con la diferencia de que allí se hablaba y se contaban historias mientras que con la tele, cada vez que uno habla, alguien le dice que se calle porque molesta. A veces, principalmente cuando la lumbre tenía llama, pasaba como con la tele de hoy, se quedaba uno mirándola fijamente con cara de hipnotizado y el pensamiento en el vacío.

   Sin embargo, he encontrado definiciones de támara que no se ajustan exactamente a lo expuesto  ¿Se tratará de una palabra del castejonés?.

Definiciones de támara:
-         Palmera de Canarias.
-         Terreno poblado de palmeras.
-         Dátiles en racimo.
-         Leña muy delgada.
   Quizás esta última…

   Pero tranquilos que también he encontrado otras definiciones:
-         Leña muy delgada, despojos de la gruesa, o astillas que resultan de labrar la madera.
-         Rama de árbol.
-         Carga de ramaje de roble, encina o pino, que pesa de ocho a diez arrobas.

      Aquí está ¡hombre!, seguro que es de aquí de donde le viene.
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lunes, 24 de octubre de 2011

LUBINA AL ESTILO "JOSE ANTONIO".

Bueno, sigo con los consejos recibidos, con los cuales estoy totalmente de acuerdo, de darles a las recetas de cocina la categoría de entrada y no comentario. Por consiguiente, todas las recetas que se reciban en los comentarios, aunque también queden como comentario, las copiaré y las pegaré  como una entrada más y estarán firmadas por su autor.
Aquí la receta de José Antonio, que ya dije que yo la había probado y pienso que no exagera nada.

INGREDIENTES:
Lubina de buena calidad, de unos 500 gramos.
Sal.
Limón exprimido (unos tres limones por lubina).

1. PONEMOS LA SARTÉN A CALENTAR. SIN ACEITE Y CON EL FUEGO A TOPE, HASTA QUE SALGA HUMO.

2. CUANDO SALGA HUMO, ECHAMOS LA LUBINA CON LA PARTE DE LA PIEL HACIA ABAJO. LA ECHAMOS SAL Y UN BUEN CHORRO DE LIMÓN, PREVIAMENTE EXPRIMIDO. PONEMOS ENCIMA UNA TAPA PARA QUE GUARDE EL CALOR. LA DEJAMOS 5 MINUTOS.

3. PASADOS LOS 5 MINUTOS, QUITAMOS LA TAPA, LE DAMOS LA VUELTA A LA LUBINA, PONIENDOLA ESTA VEZ POR LA PARTE DE LA CARNE, ECHAMOS OTRO CHORRO DE LIMÓN Y UN POCO DE SAL Y VOLVEMOS A PONER LA TAPA. LA DEJAMOS 2 MINUTOS.

4. PASADOS LOS 2 MINUTOS, TIENES UNA LUBINA EXQUISITA Y UNA COCINA QUE NO HAY QUE LIMPIAR. Esto último es muy importante¡¡¡¡¡

José A. Morales López

lunes, 17 de octubre de 2011

¡Una de migas!

Como hay quien opina que las recetas deben ir con la categoría de entrada y no como comentario, he cambiado ésta y ya está. Así todos contentos.

Bueno. Primicia.
Yo tengo la receta de Gerardo y os aseguro que no es mentira lo que dices, Emilio.
El ajo hay dos formas de presentarlo: 1 muy picado, como se dice en la receta,y 2 en trozos un poquito más grandes. En este segundo caso, los ajos, sirven de indicativo para, cada vez que se come uno de ellos, iniciar una ronda del "botillo", o del porrón.

MIGAS (6 raciones)
INGREDIENTES
PAN: 2 o 3 barras (muy duro)
AJO: 3 o 4 gajos
CHORIZO: 1/2 kilo
PANCETA: 1/2 kilo
PIMENTÓN DULCE: 2 cucharadas soperas.
PIMENTÓN PICANTE: 1 cucharada pequeña.

MODO DE HACERLO
Picar el pan. Picar el ajo, muy fino. Mezclar los dos ingradientes.
Freir la panceta.
Freir el chorizo.
En la grasa de la panceta y del chorizo, con temperatura no muy alta, diluir el pimentón.
Apelmazar el pan echando unas gotas de agua al tiempo de darle muuuchas vueltas.
Después ir echando la grasa en las migas, muy poco a poco, al tiempo que se les da muuuchas vueltas.
Calentar a fuego muy lento sin parar de darle muuuchas vueltas.

NOTA: Las 2 o 3 barras de pan, dependiendo del tamaño de los estómagos.

sábado, 8 de octubre de 2011

De aquí "pallá"

En los primeros días de Agosto, en el paseo de la tarde, como tantas otras, me dirigía a un pequeño barranco que hay junto al camino, para observar los gazapos que a última hora salen de los vivares y que, en cuanto  oyen el más mínimo ruido extraño, se vuelven a esconder. En un espacio de no mucho más de 100 m2 tienen más de 50 agujeros y habrá no más de de una veintena de conejos. Algunos corren hasta la boca del agujero y allí se quedan desafiantes, o ingenuos, aguantando hasta que al hacer yo cualquier movimiento que les resulte sospechoso, pegan un brinco y se esconden dentro de la madriguera.
Uno de los primeros días que me acerqué a este barranco, además de los conejos, había una pollada de perdigones que a peón se fueron dispersando por entre los juncos y unos minutos después, supongo que una vez controlada la nueva situación, escuché a la perdiz madre llamarlos para reunirlos nuevamente.
Ayer no llegué hasta la zona de las madrigueras por que había un rebaño pastando y supuse que me resultaría difícil poderlos observar, pero cuando iba andando por el camino del pinar, al llegar a la linde de un rastrojo y quedarme parado un momento antes de dar la vuelta, se arrancó una liebre que estaba encamada a no más de un metro de mis pies. No la pude ni saludar, no espero. Salió corriendo “como alma que lleva el diablo” (recuerdo esta expresión de mi madre), pero la pude observar durante un buen rato, corriendo, al principio con las orejas echadas para atrás, pero enseguida puso las orejas tiesas, una vez que comprobó que nada ni nadie la seguía. Cuando van perseguidas por un perro echan las orejas sobre los hombros y corren como una exhalación. Su instinto le diría que estaba ante un cazador. El próximo día que me la encuentre y ella no tenga tanta prisa, a ver si, entre los dos, podemos intercambiar algunos pareceres sobre cosas banales como la política. Le preguntaré su parecer sobre Rubalcaba y Rajoy; o la economía, en este punto le preguntaré qué opinión le merece la prima de riesgo.
Hoy, en el paseo matinal, tuve la ocasión de presenciar la cruda realidad de la supervivencia en la Naturaleza.
Caminaba yo solo y en la orilla del camino, en un pequeño cipotero, levantaron el vuelo una perdiz adulta y cinco perdigones. El vuelo no fue muy largo. Yo seguí caminando y cuando ya había pasado un tramo el lugar de donde se habían levantado, al escuchar el “cuchicheo” de una perdiz, me volví, en el preciso momento en el que un águila perdicera bajaba casi en picado y un poco antes de llegar al suelo sacó sus garras y … por muy poco, pero falló.
El terreno es yermo, con muy poco matorral: algunos espinos, matas de tomillo, espliego y aliagas, pero con muchos claros. Sin duda habían quedado más perdigones que no habían volado y al llamarlos nuevamente la madre, alguno salió de su escondite y el águila, que sin duda estaba buscándose el desayuno (aquí cada uno a lo suyo), pues estuvo a punto de diezmar la pollada.
En ese momento afloró en mi la vena de cazador, aunque cazador frustrado; pues me produjo una gran alegría comprobar que la rapaz no se salió con la suya. También comprendí que mi presencia había originado que las perdices tuvieran que salir de su refugio arriesgando su propia vida y me marché del lugar, pero también supuse que, a pesar de todo, el águila terminaría desayunando.    

sábado, 1 de octubre de 2011

Cómo hacer buenas migas

Lo que sigue es otra entrada de Emilio. Con su peculiar sentido del humor, ahí os deja una buena receta culinaria de un plato tradicional de nuestra Alcarria. Al título yo le añadiría "... de las de comer". Buen provecho. Francisco López Sanz.

Las migas es un plato estupendo. No conozco a nadie que no le gusten las migas y yo confieso que me gustan como al que más. Las he comido de muchas formas y en sitios diversos y todas, absolutamente todas me gustaron: desde las que hacía mi madre a las que comí en una matanza (con chicharrillos o chicharrones, que no me acuerdo bien), también con trocitos de chorizo, las he comido en Ciudad Real,  en  Murcia y en Cáceres, con uvas para que pasen mejor, sin uvas y…  en fin, a mí todas me están estupendas.
Pero hay unas que comí en una ocasión que estaban especialmente buenas. Tanto, que todavía me viene a la memoria aquel saborcillo cuando pienso en ese día. Fue en una batida de jabalí (la única a la que he ido). Eran las…, bueno, no me acuerdo de la hora pero era muy temprano. A la hora que en Castejón suelen empezarse esas batidas. Nos habíamos concentrado los cazadores y los ojeadores en la plaza junto a la Casa de la Villa (la que ahora llaman “de la báscula”). Yo había ido desde Madrid, lo que quiere decir que me había tocado madrugar un buen rato antes que la mayoría, así que ya me apetecía comer algo. Y de pronto apareció Gerardo. Dio unas cuantas instrucciones, cogió un cacharro grande de cocina y en un fuego que alguien había preparado se puso a echar las cosas que se echan para hacer unas migas. Empezó a moverlas con habilidad y la ayuda de una rasera, o un cucharón (no me acuerdo bien), mientras el ambiente se iba llenando del clásico olorcillo que acompaña en estas ocasiones. Bueno, no sé si fue que yo tenía ya un buen apetito mañanero o es que aquellas migas tenían algo especial, pero me supieron a gloria bendita y pensé que nadie sabía dar el punto a las migas como Gerardo.
INSTRUCCIONES PARA UNAS BUENAS MIGAS
Si un buen día te apetece comer unas buenas migas pero no sabes hacerlas, no tienes más que seguir estas instrucciones y seguro que aciertas:
1º)  Prepara los ingredientes necesarios, que no son muchos: aceite, pan cortado en cachitos el día anterior y humedecido, unos ajos, sal y poco más (por si acaso pregunta a alguien qué más se les puede añadir).
2º)  Cuando tengas todo preparado y a punto llamas a Gerardo, le pides que coja los ingredientes que le parezca de todo lo que tienes preparado y que te haga las migas. Verás como ese día te chupas los dedos.
Esto es lo que yo pienso hacer, a no ser que alguien con más conocimientos culinarios que yo, nos explique en este apartado de recetas, como se hacen. Sobre todo, porque si ahora vamos todos a Gerardo a pedirle que nos las haga, terminaremos cabreándole.
Y también una receta de gachas.
Y una de… Bueno, de momento la de migas y la de gachas.