Lo que sigue son unas breves nociones de aproximación al nacimiento de un fenómeno
meteorológico: las tormentas. Escrito por mi amigo Fernando, al que le quedo muy
agradecido.
Fenómenos
meteorológicos
Las tormentas están generadas principalmente por
nubes cumuliformes de aspecto de coliflor. Dichas nubes por diversos
movimientos del aire se van reagrupando entre ellas hasta que adquieren, según
casos, un determinado volumen. Este volumen varía mucho dependiendo del lugar
en que se vaya a formar la tormenta.
Cuando
una “parcela de aire”, en contacto con el suelo, se calienta, experimenta,
según el principio de Arquímedes, un empuje vertical hacia arriba, tanto mayor
cuanto mayor es la diferencia de temperatura entre la parcela calentada y el
aire que la rodea. Esta fuerza de empuje ascendente se llama flotabilidad y de
ella depende la mayor o menor rapidez de formación del cumulonimbo, que se
transformará en tormenta. Por lo general, se ha experimentado que el gradiente
adiabático de enfriamiento con la altura es de 10º C/Km, aunque éste depende de
diversos factores que pueden alterarlo.
Cuando
el movimiento de la citada “parcela” es tal que al ascender siempre está más
caliente que el aire ambiente que la rodea y se mantiene así durante todo el
tiempo que dura su ascenso, decimos que se mueve en una atmósfera inestable.
Como todo volumen de aire lleva vapor de agua en suspensión, cuando dicho aire se eleva y se enfría llega un momento que el vapor se condensa al 100% y se hace visible. Son las pequeñísimas gotículas que forman la nube. Esto ocurre a una altura tal que se llama “nivel de condensación por ascenso”. Es exactamente la base de la nube propiamente dicha.
Como todo volumen de aire lleva vapor de agua en suspensión, cuando dicho aire se eleva y se enfría llega un momento que el vapor se condensa al 100% y se hace visible. Son las pequeñísimas gotículas que forman la nube. Esto ocurre a una altura tal que se llama “nivel de condensación por ascenso”. Es exactamente la base de la nube propiamente dicha.
Generalmente
las tormentas están formadas por nubes de desarrollo vertical, llamadas cumulonimbos
que ascienden en el seno del aire de tal forma que sus cimas están a una altura
que alcanza temperaturas bajo cero, dado que el yunque (nombre que se debe a su
forma) puede estar a muchos grados negativos. En este caso el cumulonimbo
contiene agua en forma de vapor en su base y gotículas heladas en la cima;
puede ésta alcanzar seis o siete Km, a veces más. Una vez iniciado el proceso
de ascenso del aire cálido y según se va formando el citado cumulonimbo, por
leyes físicas, el aire se acelera y sube más rápido que cuando no había
empezado la condensación. Se generan grandes corrientes interiores ascendentes
dentro de la nube, al mismo tiempo que se forman grandes corrientes
descendentes por fuera de ella.
Dichas
corrientes descendentes disipan la nubosidad que pueda existir alrededor del
cumulonimbo, que aparece totalmente limpio, rodeado de un espacio de cielo
azul. Son las características “torres blancas” que aparecen antes de formarse
una tormenta de verano. La tormenta alcanza la máxima intensidad de
precipitación en su etapa madura. Los cumulonimbos maduros se caracterizan por
fuertes aguaceros y vientos bastante considerables en lo que se llama “frente
racheado”. La velocidad de propagación del citado frente va aumentando conforme
aumenta el espesor del flujo caliente de aire y disminuye su temperatura. Su
valor óptimo se consigue cuando se igualen la velocidad de propagación de dicho frente a la de desplazamiento de la tormenta.
Cuando
las gotitas heladas del cumulonimbo han alcanzado su altura máxima y no pueden
subir más, comienzan a caer formando cristales de hielo a los cuales se les van
uniendo, en su caída, nuevas gotículas
heladas que aumentan el diámetro del primitivo cristalito. Son los
típicos granizos.
Puede
ocurrir que las corrientes internas ascendentes de la nube sean tan fuertes
que, un pequeño granizo antes de llegar al suelo, realice varios “viajes” de
subida y bajada engordando más cada vez en cada uno de ellos, hasta que alcanza
un peso total que la citada corriente ascendente ya no puede con él; entonces
cae al suelo.
Las tormentas descargan bien en forma de
aguacero, granizados o mezcla de ambos. Cuando ello ha ocurrido cesan las
corrientes ascendentes en su interior, solo quedan los descendentes y
finalmente ocurre la fase de disipación, es cuando aparece en la zona más alta
el yunque blanco de estructura fibrosa que prácticamente son cirros. El citado
yunque está a varios Kilómetros de altura y con él está prácticamente acabada
la tormenta.
Todo
lo anterior se refiere a los llamados fenómenos mecánicos, pero analicemos
también elementalmente “fenómenos eléctricos”, los rayos y los truenos.
En
la atmósfera siempre hay cargas eléctricas libres y la mayor parte de ellas son
positivas. Junto a la superficie terrestre hay cargas negativas. Arriba,
aproximadamente a una altura de unos 100 Km, en la base de la Ionosfera hay
tantas cargas positivas que entre éstas y la superficie terrestre se puede
alcanzar una diferencia de potencia de
unos 200.000 voltios. Debido al aire interpuesto entre ambas distancias no
puede saltar la chispa. Es el “campo eléctrico atmosférico”. Pero cuando, por
diversas circunstancias, aparece una tormenta todo cambia. Las gotículas
agitadas por las grandes corrientes internas de la nube se electrizan,
tendiendo hacia abajo las negativas y hacia arriba las positivas. Sin embargo,
cuando la tormenta ha cuajado y ya está descargando ocurre lo que se llama el
tripolo: En la parte superior, que puede alcanzar 7 Km o más y está a unos 20 o
25º bajo cero, hay cargas positivas, en la parte central, entre unos 7 y 15º
bajo cero existen las cargas negativas y en la parte de abajo, en la base de la
nube donde arranca el aguacero vuelve a haber cargas positivas
Cuando aproximadamente se alcanzan 30.000 voltios de diferencia de potencial por cada centímetro de distancia entre ambos campos salta la “chispa”, surge el rayo.
Cuando aproximadamente se alcanzan 30.000 voltios de diferencia de potencial por cada centímetro de distancia entre ambos campos salta la “chispa”, surge el rayo.
El
rayo que puede ir de nube a tierra (lo más general), de nube a nube (en muchos
casos) o (lo menos general) de tierra a nube, puede transferir al suelo diez o
más culombios, asÍ:
Q=
I. t Siendo:
Q= Culombio
(carga)
I=
Intensidad (en amperios)
T= Tiempo (en segundos)
1
Culombio= 6,3 . 1018 electrones
La
carga de un rayo medio si pudiese captarse y almacenarse en una gran batería,
sería suficiente para iluminar, durante un minuto, a una ciudad de 200.000
habitantes aproximadamente.
En
la atmósfera, en la zona tormentosa por donde discurren los rayos que lo hacen
por un estrecho canal de pocos centímetros de diámetro, el aire se calienta
intensamente. Es tan súbito y rápido este calentamiento que ello origina lo que
en Termodinámica se conoce como “onda de choque”. Esta onda de choque por
calentamiento origina, después de un brevísimo intervalo de tiempo, un intenso
ruido (onda sonora) que es, en realidad, el trueno.
Se calcula que
en todo el planeta se producen entre 45.000 y 50.000 tormentas diarias; no
olvidemos que cuando en el hemisferio Norte es invierno es verano en el
hemisferio Sur y viceversa; y que las tormentas producidas generalmente en la
época cálida, como antes se ha dicho, no paran de funcionar a escala
planetaria. Por tanto imaginemos lo que podría significar poseer los medios
técnicos adecuados para poder captar y almacenar en grandes baterías los
cientos de miles de rayos que se producen cada día; una grandísima parte de la
energía que consumimos la tendríamos asegurada solamente con los citados rayos.
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