No se si ha sentado mal el que
calificara “el juego de las palabras” de cómo niños, el caso es que no ha habido ni un solo comentario. Si
alguno se ha sentido molesto, porque crea que no es un niño, pues lo siento pero “ajo y agua”
Nuevas: Cencellada o cenceñada, guarín, ciclán,
galga, lezna, parva, almorzada, regocijo, pendejo, mojigato.
LAS ANTERIORES:
Balde: Recipiente, más pequeño que un cubo, para contener agua (Yo
la escribí con “v”, “valde”, no se por qué. Supongo que porque tocaba en aquel
momento)
De balde: Cuando una cosa se
da o se hace gratis. Sin cobrar nada por ello.
En balde: Cuando vas a un
sitio a hacer alguna cosa y vuelves sin haberla hecho. Ir en balde.
Tarja: Pieza pequeña de madera con aristas donde se iban apuntando
“los debes”, para llegado el momento
hacer balance y pagar: Saldar la cuenta.
Zagal: En Castejón se decía del joven que ayudaba al pastor. (Supongo
que es una forma muy restringida.
Somanta: Tunda, paliza, zurra (somanta de palos). Pregunta:
¿Cuántas hostias contiene una somanta?
Criadillas: En la carnicería
los testículos de los corderos. Turmas
Besana: Tajo de la labor con
el arado o vertedera.
(Guadalajara).
Espachurrar: romper,
aplastar (también despachurrar).
Esmirriado (en Castejón
esmirriao): De escaso desarrollo físico, raquítico (también desmirriado).
Banasta: Cesto de mimbre o maderas finas entretejidas, para el
transporte de frutas, verduras, hortalizas, etc.
Amolar: Fastidiar, estropear algo. ¡No te amuela! También sacar punta o corte a un arma o instrumento en la piedra de amolar.
madremía tío Paco cuanto vocabulario autóctono
ResponderEliminarNo Alicia. No son autóctonas. Hay algunas como cencellada ó cenceñada (creo que valen las dos) que yo no las he oído nunca en Castejón.
ResponderEliminarPendejo se está reduciendo mucho su uso, es decir: está envejeciendo. Es una palabra muy usada por Miguel Delibes.
La mayoría de ellas definen cosas y usos de las zonas rurales, básicamente de Castilla, pero no exclusivamente.
“DE BALDE – EN BALDE”
ResponderEliminarCuando yo era un crío y pasaba los veranos en Castejón, solían aparecer por allí, de cuando en cuando, dos pobres de los de ir pidiendo limosna. A uno se le conocía por el nombre o mote de “Pajarel”, al otro no recuerdo como le llamaban.
En una de esas ocasiones en que uno de ellos había llegado al pueblo, alguna mujer caritativa le había dado un plato de comida para que cenara algo antes de irse a dormir (quien sabe donde).
Mientras el hombre comía sentado por allí cerca, unos cuantos críos andábamos a su alrededor contemplándole curiosos y escuchando sus historias.
Cuando al fin acabó con el contenido del plato, quiso expresar que había comido bien y gratis por lo que suspiró hondamente y dijo con énfasis: “He comío en balde”. Lo que provocó la risa y el regocijo de los chavales.