martes, 30 de julio de 2019

¡CÓMO HA CAMBIADO LA VIDA!



Creo que había una canción con ese título o muy parecido. No, no me refiero a la canción. Es que me acuerdo qué, en una visita ocasional al banco, me preguntó la directora de la sucursal bancaria:
-Paco, ¿tú estás jubilado?
-No, ¿porqué lo dices?
-Es que te veo con alguna frecuencia por aquí.
-Y ¿qué tiene que ver el hecho de que yo esté jubilado con que venga o no con alguna frecuencia por el banco?
Entonces me contó si yo no sabía lo que se decía que hacían los jubilados, que cuando se levantan y desayunan, diariamente van al médico, después al banco y más tarde a la obra del barrio.
Supongo que tenía su lógica: al médico había que ir, casi diariamente, a recoger el “tocho” de recetas para las dosis diarias; al banco irían para controlar sus finanzas que, aun así, de vez en cuando y algún banco, se las jugaba, y después a la obra, donde junto con sus colegas, inspeccionaban el trabajo de los operarios y hacían tiempo hasta la hora de comer.
Ahora ya no es así. En unos pocos años ¡Cómo ha cambiado la vida! ¡Cómo ha cambiado la vida!
Ya no tienes necesidad de ir a la consulta del médico casi diariamente. Con la receta electrónica han limpiado las salas de espera de las consultas, donde de tantas cosas se enteraba uno. Con la banca on-line y las tarjetas de plástico (dinero de plástico), han conseguido que desde casa controles (hasta donde tú puedes controlar), las finanzas, sin tener que salir a la calle. En cuanto a las obras que decir, si te descuidas un poco, con una impresora en 3D te hacen la fachada principal de un bloque de viviendas; esto sin exagerar ¡eh! Dejas de ir un día a la obra y al siguiente te encuentras el bloque terminado.
Esto tiene sus inconvenientes: si ya no vas a la consulta del médico, ni vas al banco, ni “controlas” la obra del barrio y, por otro lado, los mismos médicos te dicen que tienes que caminar entre 30 y 60 minutos diarios, pues tienes que hacer hueco para salir diariamente a caminar. Pero no, tampoco es así: tienes que caminar si, pero tampoco tienes que salir a la calle. Te compras una cinta de gimnasio y en casa, a la velocidad que tu quieras, te haces los 10.000 pasos de rigor.
¡Cómo ha cambiado la vida! Nuestra generación hemos conocido (y algunos practicado) desde el ir detrás de un arado y una yunta de mulas labrando las tierras; segar la mies con una hoz, una zoqueta, un dedil y un manguito; pasar las cortas (pero que se hacían muy largas) noches del verano pastoreando un rebaño de ovejas, hasta ahora (a la vejez viruelas), escribiendo en un blog y comunicándote, en tiempo real, con amigos y conocidos, a miles de kilómetros de distancia, incluso en las antípodas, por una de tantas RRSS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario