jueves, 4 de octubre de 2012

Pintura popular en las calles de Olombrada y Moraleja de Cuellar

La pintura de brocha fina se deja ver en las fachadas de las casas, en algunos pueblos de la provincia de Segovia.

Como avanzadilla, hace ya unos años, un aficionado, José Miguel, de Olombrada (Segovia), dejó su impronta en estas dos pinturas: un guerrero medieval y un samurai, que este año ya ha tenido necesidad de darles una nueva mano cambiando el colorido, ya que, originalmente los había pintado en blanco y negro y, además, habían perdido la viveza del color por el paso del  tiempo y la exposición a los elementos.


Pintura popular en fachada de Olombrada
Samurai
Pintura popular en fachada de Olombrada
Guerrero medieval





















Desde hace un par de años, el alcalde de Olombrada (Segovia), jubilado de su profesión y aficionado a la pintura, viene dedicando parte de su tiempo libre a plasmar sus pinturas en las paredes de las casas del pueblo. Empezó en su barrio, en los aledaños de su casa, donde ya parece un museo al aire libre.
Los motivos son variados. Ha plasmado dos iconos de su capital, como no podía ser de otra manera, el Acueducto y el Alcázar; ha reflejado escenas antiguas de las labores del campo: labrar la tierra con la yunta de machos tirando de un arado; la siega a mano, con la hoz y la zoqueta; la trilla, con el trillo de pedernal (pernalas), seguramente hecho en Cantalejo, tirado también por dos machos, o mulas, que yo no les he mirado “eso”.


Pintura popular en fachada de Olombrada
La siega a mano
Este año ya ha “exportado” la pintura a otro barrio, donde ha pintado el interior de una casa desde la que, a través de una ventana abierta, se alcanza a ver las torres de la Iglesia.
Me voy a parar en una anécdota del mural que representa la fachada de una casa, precisamente en la fachada de una casa, donde aparece una puerta de dos hojas horizontales, entreabierta la de arriba y cerrada la de abajo, donde, en el canto superior, aparece un gato descansando. Me cuentan, probablemente sin exagerar, que paseando Ausen con su perro, “el Chato”, este, cuando vio el gato, se quedó cuadrado con las cuatro patas abiertas, rígido, enseñando los dientes, con los pelos como escarpias y gruñendo amenazante, ante el gato que osaba desafiarle sin inmutarse.

Pintura popular en fachada de Olombrada
Fachada de una casa sobre la fachada de una casa
“El Chato” está acostumbrado a que todos los gatos se escondan en el interior de las casas cuando él pasa por la puerta
Transcurridos unos segundos y a la vista de que el gato no huía, comenzó a mover la cabeza hacia un lado y hacia el otro, porque aquello le “olía a chamusquina”, hasta que cayó en la cuenta de que lo que veía no era pelo, el gato no era de carne y hueso.
Otros cuentan que una golondrina, en su vuelo, quiso entrar por la puerta entreabierta y se estrelló contra la pared. ¡Poca vista!




QUE CUNDA LA COSTUMBRE
En el pueblo de al lado, Moraleja de Cuellar, pedanía de Olombrada, este año ha surgido otro pintor, Marcelino García Arranz, con la misma costumbre de dedicar parte de su, supongo, valioso tiempo a embellecer las paredes de un pueblo semidespoblado. En este caso pongo su nombre porque así lo tiene él en un autorretrato; además tengo su permiso, de palabra, para hacerlo.
Este hombre, aunque de Moraleja (bueno, según me contó él, nació en Olombrada), vive a caballo entre Fuenlabrada (Madrid), de Sábado a Miércoles y Moraleja (Segovia), de Miércoles a Sábado.
La temática se repite, como es lógico no es cuestión de desaprovechas dos monumentos de la envergadura del Acueducto y el Alcázar de Segovia.

Pintura popular en fachada de Moraleja de Cuellar
Alcázar de Segovia
El Alcázar, que según me manifestó el mismo, le llevó pintarlo unos tres meses,  Marzo, Abril y Mayo, Está pintado en una fachada en la entrada al consultorio médico, en la carretera de Cuellar a Fuentesaúco de Fuentidueña y el Acueducto, en una fachada junto a la Iglesia, que es precisamente la fachada de su casa, en la carretera de Campaspero. Aquí, junto al Acueducto, es donde tiene su autorretrato y otras pinturas de tamaño más reducido, entre las que podría destacar “Las Cataratas del Niágara”.


Pintura popular en fachada de Moraleja de Cuellar
Acueducto de Segovia
Le pedí permiso para fotografiar, aunque, como yo suponía, al estar en el exterior, no habría ningún tipo de problema. No solo no me puso ninguna pega, sino que quiso que lo fotografiara junto a algunas de sus obras.
También me enseñó algunos cuadros que tenía en el interior, entre los que él destacó un retrato de su madre, ya desaparecida.
Parece que empezó a interesarse por la pintura desde muy pequeño, pero siendo de una familia humilde y teniendo en cuenta que nos estaremos situando hacia mediado del pasado siglo; no tenía muchas   posibilidades, al carecer de medios, para dejar de trabajar en el campo y dedicarse al estudio de la pintura.


Solo cuando hizo el Servicio Militar en África (creo que en Regulares) y el Coronel Jefe le vio entretenerse haciendo alguna “cosita”, éste se interesó por él, le dio algunos consejos y le liberó de algunos servicios, al tiempo que le encargó un cuadro que era el logotipo o emblema del cuartel.

En los tres casos se trata de autodidactas y, salvo el primero, Carlos, agricultor y relativamente joven aún, los otros dos son jubilados. A lo que se ve y por el entusiasmo y empeño que ponen en embellecer los pueblos, la primera materia prima que les va a escasear es el espacio: paredes donde plasmar sus obras, pues no es cuestión de perder el tiempo pintando una pared que quizás se venga a bajo en el próximo invierno.

Puesta de sol en Olombrada
Esta no es ninguna pintura. Esta es una foto de la Naturaleza
Puesta de sol en Castilla (Olombrada-Segovia)

5 comentarios:

  1. Me ha gustado ver las pinturas de mi pueblo. Sólo una puntualización: el samurai y el guerrero medieval no han sido dibujados por el tal Carlos.

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  2. Pues me han fallado mis fuentes. Me gustaría que me dijeras quién es el autor para poderlo corregir.
    Y gracias por el comentario.

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  3. Bueno. Puede que no hayan sido mis fuentes las que me fallaran. Pueden haber sido mis neuronas.
    Mis fuentes, efectivamente, me confirman que no es Carlos: es Miguel.
    Dicho queda.

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  4. El que las ha pintado se llama José Miguel.

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  5. Bueno, José Miguel. Acabáramos hombre.

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