En
el parque de La Quinta de los Molinos de Madrid, ayer ya olía a primavera, se
ve la primavera, se oye la primavera, se palpa la primavera, es un gustazo
caminar entre los almendros, que si bien aún no están en su pleno apogeo de
floración, hay algunos rodales, sobre todo los almendros de flor blanca, que ya
muestran su exuberancia.
Han
pasado ocho o diez días en los que la floración no ha progresado nada. Ha
habido un estancamiento como consecuencia de la bajada de las temperaturas,
pero con cuatro o cinco días soleados, como hoy, se convertirá en un mar blanco y
rosáceo.
La
primavera está a la vuelta de la esquina; la preñez de la naturaleza está a
punto de explosionar; eso se ve, pero también se oye. Los pájaros se reclaman
para sus apareamientos y trajines; para construir, en pareja, sus nidos. También
se detecta, muy tenue aún, el olor de los almendros, que cuando estén en su
plenitud será una aroma casi dañina, ¡qué lástima!, para los alérgicos.
He
estado observando durante un rato a esos “pajarracos”, que no llevan muchos
años en España, pero que me da toda la impresión de que se han hecho los dueños
y señores de los parques. Campan a sus anchas; van y vienen dando unos
graznidos desagradables, yo diría que histéricos, y los he estado observando
porque en un solo árbol había cuatro o cinco, en uno de los almendros de flor
blanca (alguien ha comentado que son los de almendra dulce), picaban la flor
que caía al suelo simulando un copo de nieve. No sé lo que se comían, porque la
flor entera, no por hojas, caía al suelo. Entre los cuatro o cinco parecía que
estuviera nevando. Supongo que cada flor que caía era una almendra menos que
madura.
En
Madrid se cuidan los parques más por parte del Ayuntamiento que por la parte
que les corresponde a los del “botellón”. El Ayuntamiento repone flores de
temporada y eso hace que haya algunas zonas con plantas en flor durante casi
todo el año. Los del “botellón” lo que reponen, sobre todo los Viernes por la
noche, son cascos de botellas, de plástico y de cristal; bolsas de plástico y
de papel, y montones de chuches y algunos productos de consumo ocasional que no
quiero nombrarlos, todo por el césped hasta que los barrenderos lo recogen. Es
su primera labor por la mañana.
En
definitiva, que la primavera llama a la puerta; que los días se van alargando
en la misma proporción que las noches se van encogiendo; que, una vez pasado “febrerillo
el corto”, que ya lo dice el refranero castellano?: “un
día peor que otro”; aunque, como en todo, hay quien opina lo contrario (pero
este año el tiempo atmosférico no les ha dado la razón), “en Febrero busca la sombra el perro” y hay quien remata con “mejor al final que a lo primero”. Pues
eso, que una vez que pasa Febrero se ve, se huele, se oye, se palpa y hasta se
degusta la primavera en Madrid. Hay refranes para todos los gustos. Ahora, en Marzo, si
hace unos días de calor, que los hará (y también hará días de frío; un mes da
para mucho), sacaremos a relucir ese otro refran que dice que “cuando Marzo mayea, Mayo marcea”
y, en ese caso, mortal de necesidad para frutas y verduras. No porque Marzo
mayee, pero si porque Mayo marcee. No obstante le podremos contrarrestar con
ese otro que dice que “Marzo ventoso y Abril lluvioso, hace de
Mayo florido y hermoso”; pero ya sabemos que “hasta el cuarenta de Mayo, no te
quites el sayo"
Ahí
van una serie de fotos del parque de La Quinta de los Molinos.
Prerciosas fotos. ya está aquí la primavera
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